Esta tarde estaba lloviendo como todo el día, hacia un día de perros, al salir de Mercadona escuché una voz apenas perceptible, miré a mi izquierda y vi a un joven rubio de unos 25 años , a su lado se encontraba una mujer de rasgos mulatos de unos 45 años, los dos estaban empapados y con el gesto encogido por el frio, el joven al ver que les prestaba atención me repitió lo que me había dicho antes, de nuevo con un tono bajo, triste, desesperado y vergonzoso a la vez, como de alguien a quien esa situación le avergonzara, pero que no tenía más remedio que hacer. Me pregunto si les podía dar algo para comer, les respondí que no tenía dinero suelto, les mostré mi carro el cual no llevaba moneda alguna y les dije, mirad no tenía monedas ni para el carro y me dejaron la llave, y seguí adelante. Al dar dos pasos caí en la cuenta de que no me habían pedido dinero, sino algo para comer, me volví hacia ellos y les pregunté si les venían bien unas latas, a lo cual los dos me respondieron al unísono que sí. Les di un pack de tres latas de calamares en salsa americana, gesto que ellos me agradecieron con unas palabras educadas, amables y con una mirada sincera.